noviembre 30, 2006

Jubileo en la Diócesis


De cosas chicas se nutre el corazón. Es complicado juzgar los propios trabajos, pero me alegra muchísimo haber podido ayudar a poner un rostro al Jubileo de nuestra Diócesis.
Era mucho lo que se quería expresar y Dios quiera, hayamos podido por lo menos, hacerlo en parte.
Opiniones, bienvenidas.
Me encantó rezar diseñando esta vez. Juntar todo, revolver y ver qué pasa. Sintetizar vida, trabajo y camino.
Linda experiencia.
Bien de Dios.

noviembre 22, 2006

¿Sos vos el Rey?

Rezando el Evangelio del próximo domingo*, no tengo más remedio que pararme delante de Jesús y hacerle la misma pregunta que le hizo Pilato.

-¿Decís esto por vos mismo, o te lo dijeron de mí?, escucho...
- parte y parte, le contesto.

Me lo dijeron; sí, desde chiquito me lo vienen diciendo. Diciendo. No te veo reinar, querido Jesús, demasiado en este mundo. Pero sí, me lo dijeron. Quizás los mismos que me lo dijeron son los que no te reconocen realmente como Rey; los que te anuncian y luego te callan. Los que se llenan la boca con tus palabras y después, frente al compromiso auténtico del testimonio, hacen silencio con sus vidas. Me lo dijeron...y es muy probable que yo también así lo esté diciendo.
Es muy probable que sea yo quien hoy cuento las historias de un Rey que no gobierna.

También lo digo por mi mismo, porque muchas tierras de mi vida no hay Rey, no hay ley, no hay paz. Mucho de mí necesita el Rey correcto. Mucho, debería destronar al rey equivocado. Lo digo por mi mismo.
Pido, querido Jesús, la humildad de dejarte reinar en mis comarcas; de abrirte las puertas de todas y cada una para que seas vos quién ponga orden allí, para que termines con las guerras y lleves la paz.

La tiránica anarquía de mil reyes, mata.

Pido, querido Jesús, el valor para servirte y batallar cuando lo ordenes, o arar la tierra, o apacentar ovejas, o cambiar el mundo. Valor. Pido valor para servirte.

El alarido de mil reyes, ensordece.

Pido, querido Jesús, contagiarme de Tu modo de ser y ser yo mismo, tal como Vos me imaginaste, y trabajar con Vos, y mirar como Vos, y amar como Vos, y gobernar como Vos.

La anarquía de mil tiranos, cauteriza.

Pido, querido Jesús, que aunque te cierre las puertas, las derribes; que aunque te diga que no, me insistas; que aunque arrase la tierra y deje escombros, siembres, porque no es que no quiero, es que no puedo.

La tiranía de mil reyes, agobia.

No es que no quiero, es que no puedo, por eso pido.
¿Qué si lo digo por mí o me lo dijeron?...parte y parte, querido Jesús, parte y parte.

Y te seré sincero, también me dijeron cosas lindas. También te vi reinar en muchas vidas; por eso pude reconocerte recién cuando me pare aquí delante...pero sabrás perdonar, me quedaba la duda.
Ahora ya no.

Pido, querido Jesús, pido.

Pese a mí, reina en mí.

Amén

(*Jn 18, 33b-37)

noviembre 10, 2006

Las figuritas

La vizcacha se había mudado hace poco al vecindario y, sociable como es, no tardó en hacerse amigos. Mientras cavaba su casa, los chicos se paseaban entre los matorrales y también, iban coleccionando nuevas relaciones; solamente uno, merodeaba perdido entre las risas de sus hermanos y las historias inverosímiles de los flamantes compinches destinadas a impresionar a los recién llegados.
Tito vizcacha, se alejó un poco del grupo y entre las cañas vio al carpinchito también solitario. Soledad con soledad es buena combinación, pensó, y sin demorarse, se acercó al carpincho que parecía muy ensimismado en sus cosas.
Ni levantó la vista el carpincho y lo recibió con un
- ¿tenés figuritas?
Tito no solo no tenía figuritas, tampoco tenía bolsillos dónde buscarlas, así que también instantáneamente le respondió que no.
- bueno, entonces si no tenés figuritas no podemos jugar. No puedo ser tu amigo.
- ...pero charlar tampoco.
- No. Yo solamente juego a las figuritas.
Mientras le hablaba, seguía sin dirigirle la mirada y al mismo tiempo, como crupier experto, barajaba una pila enorme de figuritas semi nuevas.
Tito lo dejó y el carpincho allí quedó.
Con el paso de los días, Tito siguió acercándose al carpincho y la respuesta, palabra más palabra menos, seguía siendo la misma.
Finalmente, una tarde de lluvia en la que el más divertido sufría los embates del aburrimiento, la rana, que paseaba fuera de zona aprovechando el agua, lo vio al carpincho solo y aburrido y le preguntó por qué no jugaba con los demás. Bueno, el carpincho, nuevamente expresó su único y excluyente interés por jugar a las figuritas. La rana pensó un poco y le dijo:
- Es lindo jugar, pero sucede que sos el único que tiene figuritas por el barrio; así no vas a poder nunca encontrar compañía. Por qué no haces una cosa: buscate un amigo, prestale unas figuritas y así podrán jugar juntos.
El carpincho era más dormido que amarrete, así que ni bien le propuso esto la rana, se dispuso a esperar la visita de Tito que, con precisión suiza, pasaba todas las tardes a la misma hora por allí. Y así fue. Cinco de la tarde, Tito se acercó y el carpincho lo estaba esperando con la mitad de su mazo en la mano. Sorprendido, Tito tomó las figuritas, y en minutos estaban jugando.
No más soledad.
Una linda amistad.
La familia vizcacha fue muy feliz en el barrio.


Moraleja:
Los cristianos deberíamos compartir hasta el punto en el que todos puedan participar del juego. Hasta el punto, en el que todos puedan disfrutar.
¿Utopía o mandato?

noviembre 09, 2006

Dar y compartir

Suena parecido pero no es lo mismo.
¿A qué estamos llamados los cristianos, a dar o a compartir?.
Según la Real Academia Española, “limosna” significa, entre otras acepciones: “Cosa que se da por amor de Dios para socorrer una necesidad.”
Tanto el móvil como el fin deberían hacernos pensar.
Amor a Dios.
Necesidades insatisfechas.
Dar o compartir.
Cuando doy, doy lo que puedo o quiero.
Cuando comparto, entrego lo que tengo.
Quizás, doy más al dar.
Seguro, doy mejor al compartir.
Al dar, me desprendo de lo dado.
Al compartir, parte de mí se entrega.

Voy rezando estos días el Evangelio del domingo (Mc 12,38-44) y no puedo dejar de pensar en los primeros cristianos; en esas celebraciones que hacían en las casas y que terminaban partiendo el pan...que terminaban en Eucaristía.
Me los imagino llegando cada uno con su canasta con comida para poner en la mesa común. Llevando lo que tenían previsto comer y como es lógico, un poco más, aunque sea para no quedar mal.
También me parece ver llegar a la viejita de las dos monedas, ahora, con sus dos empanadas. Otra vez únicas dos empanadas.
Arriesgar sus dos empanadas en el plato compartido, en la mesa común.
Arriesgarlas a que sacien otras necesidades.
Jugarse a pasar hambre, en la certeza de que siempre el hambre será saciado; no necesariamente el propio, pero siempre el hambre.
Pocos cálculos hace la viuda.
Siempre sobraba comida en esas mesas.
Siempre se repetía el milagro de los cinco panes y dos pescados.
Utopía para el mundo.
Milagro para el hambriento.
Marcos no habla de cantidad; habla de calidad.
En el “cómo” se juega el ser cristiano.
El milagro del “cuánto” corre por cuenta de Dios.
Siempre que nos arriesgamos a revisar el “cómo”, abrimos la puerta al milagro.
A la hora del dar, este domingo, voy a tratar de pensar en compartir.
Dar o compartir.
Cuando doy, doy lo que puedo o quiero.
Cuando comparto, entrego lo que tengo.
Quizás, doy más al dar.
Seguro, doy mejor al compartir.
Al dar, me desprendo de lo dado.
Al compartir, parte de mí se entrega.


Me gustaría que el buen Jesús me regalara la inocencia de niño, esa que me daba la libertad de sacarme el chicle de la boca para darte la mitad.
¿qué asco?...no, hoy de grande, asco deberían darme otras cosas.
Dar o compartir.
Dios me ayude a aprender de la viuda.
Dios me ayude a compartir.
Amén

noviembre 01, 2006

Amores Pascuales

No me gusta hablar de la muerte. Prefiero hablar de la Pascua. No es que le tenga miedo, sino que intento tener verdadera fe.
Muerte veo en vida y, paradógicamente, sigo viviendo la vida de mis muertos y ellos, siguen viviendo en mí.
Es una obviedad decir que estamos de paso, pero me gusta la imagen por esto del dejar huellas. ¡Tengo tantas huellas en mi corazón!. Tantas personas han pasado pisando a su modo pero siempre, dejando sus huellas. Tantas y tan queridas. Queridas y de las otras también, pero siempre pisando y marcando.
Me gustaría que Dios me regale la gracia de poder recorrer mi arena húmeda y reconocer en ella a todos y cada uno de los que por allí pasaron. Pedirle que las olas de la vida no borren huellas y apostar a más, a que baje el agua así más y más gente deja sus señales en mi corazón para que pueda crecer.
A modo de síntesis agradecida, nombro a dos amores pascualizados: mamá y papá. Ellos se encagarán de tender la mesa, mañana, e invitar a los demás a compartir el banquete de la vida que me regalaron y todavía disfrutan allí.
A todos mis amores, queridos y respetados, vaya esta oración.
Gracias por lo que me enseñaron.
Gracias por haber estado allí.
Gracias por hoy, interceder por nosotros.
Gracias, Dios bueno, por haberme hecho crecer en y con ellos.
Los sigo queriendo a todos.
Los sigo extrañando a todos.
Que Dios los tenga en la palma de su mano.
Recen por nosotros.
Amén

Pd: por si duele mucho todavía... ofrezco de nuevo la fabulita de la paloma