diciembre 28, 2007

Sí. Creo. Soy.

Sí. Creo. Soy.
Tres palabras firmes. Confirmatorias. Definitivas.
Sí. Creo. Soy.
Trinidad de términos que expresa comunidad de amor.

María se entrega.
José se juega.
Jesús, es.

Todo esto entretejido con hebras de confianza, pasión, esfuerzo, alegría, dolor, sacrificio, renuncia, humanidad y divinidad.

El sin el creo era incompleto.
El creo sin el , sólo fe.
El Soy entonces, es, por designio de Dios, inseparable para siempre del sí y del creo.

Tres elementos que el Creador combina para ser presencia. Presencia misteriosa que invita a ser comunidad de amor y también a vivir el corazón siempre y renovadamente este designio de actualidad. Sí. Creo. Soy.

Sagrada Familia presente. Trinidad presente.
Individualidades trenzadas y entregadas a la Obra.

Sí, creyó y fue, no nos hablarían de Dios.

Presente.

– para dejarme llevar y ser instrumento.
Creo – para fortalecer mi duda y arriesgarme a ser parte de un plan que necesita de mis manos aunque no tenga muy claro ni el por qué ni el para qué.
Soy - para entregarme entero y siendo, dejar que Él siga siendo, del modo nuevamente misterioso en que eligió ser.

Sí, creo, soy.

Sagrada Familia de Nazaret, te ruego me regales el aire para gritar, pese a mis límites, sí, creo, soy.
Amén.

diciembre 20, 2007

¡Feliz Navidad!

La Navidad como opción

¡Que fácil sería todo si la Navidad fuera mágica!
Si el simple devenir cronológico de llegar al 24 de diciembre hiciera que todo se transforme.
Si no tuviéramos nada que hacer y todo que esperar.
Si pudiéramos pasar la responsabilidad íntegra a Dios y nosotros, entonces, dormir en el sopor de quién sólo recibe.
Total ya está.
Si me toca la buena, Dios me ama. Si me toca la mala, Dios culpable; y si estoy simplemente a flote, depende.
Magia. Magia anestésica.
Pero no es así.
Navidad es de un modo particular, misterio de opción.
Dios que viene al mundo, al mismo mundo, al de siempre, a proponer una vida distinta. Dios propone en Navidad. Propone y pone en juego todo su poder pero lo deja librado a nuestra opción. Dios se auto limita en Navidad, por eso es niño y nace verdadero Dios y verdadero hombre. Tan verdadero Dios como verdadero hombre.
Toma una vez más la iniciativa y se pone en cuclillas para compartir nuestra realidad tal y del modo en que nosotros la vivimos. A partir de la Navidad Dios prueba nuestras alegrías y tristezas, come nuestra comida, es acariciado por nuestras manos y también usa las suyas para acariciar; conoce el dolor que duele en la carne. Ama y es amado. Se deja arropar y arropa.
Dios se propone en Navidad.
Camino, Verdad y Vida, dirá luego Jesús.
Pesebre hoy. Cruz mañana. Presente siempre.
Magia sería más simple. Opción, me involucra. Requiere mi respuesta a Su iniciativa; respuesta activa, consciente, concreta. Vencer el vértigo para lanzarme a un horizonte desconocido que se expresa en un tiempo sin tiempo, pasado, presente y eterno.
Vuelve a la vida, nace Jesús, cuando me lanzo a la aventura y acepto el desafío de entrar en Su tiempo y reeditar su presencia. Cuando estoy dispuesto a creer de modo tal qué, todas las promesas se puedan cumplir y todas esas ganas de Dios encuentren en mí, tierra fértil para germinar y dar frutos.
No me necesita Dios: me elije. Me quiere. Quiere que también yo viva desde hoy el anticipo de Su Reino para que en el mundo ya no sea la muerte quién tenga la última palabra.
Tengo que decir que sí. Tengo que optar, aceptar la propuesta.
Contrariando el dicho popular, Dios propone y el hombre dispone. Su amor ilimitado no nos limita. Libres para todo, incluso para el error que nos vuelve a mostrar el camino de la libertad.
El milagro de la Navidad, sólo se cumple si me animo a aceptar la propuesta del misterio y me hago presente en el Pesebre para adorar al Salvador.
Si después de adorarlo, lo cuido, lo alimento, lo protejo en mí hasta que se haga grande, y si cuando es grande, lo sigo, lo escucho, lo anuncio…lo sigo proponiendo.
Dios es propuesta en Navidad.
Él ya dio el primer paso.
Ahora el milagro depende de mí.
Gracias, querido Padre bueno por seguir insistiendo.
Gracias, María y José, por animarse.
Gracias, querido Jesús, por volver a ser oportunidad.
¡Aceptemos el convite en Navidad y seamos parte de la Vida que viene!
Amén.

septiembre 03, 2007

A quién amo

Se nos escucha decir miles de veces que, amamos al otro, al prójimo, al que sufre, porque en él está Cristo.¿Será ésto suficiente?.
El motor más fuerte para amar al otro es el saber que Jesús lo amó, lo ama y lo amará; que Jesús ya probó quién es ese otro; que Él ya lo reconoció y descubrió de ese otro el tesoro. Y es precisamente ese tesoro el que nos invita y ordena descubrir.
Jesús está presente en la singularidad e irrepetibilidad de el otro, no como re-copia de sí mismo, sino como expresión viva de la infinitud de dones y gracias que Dios expresa desde el hombre, creado a Su Imagen y semejanza, siempre inagotable y siempre exclusiva...siempre, buena noticia.
En instancia máxima, estoy llamado a amar al otro porque sino, habría algo de Dios no amado por mí, y por ende, no podría confesar amarlo sobre todas las cosas.
El pobre, es "el" pobre y ese es su tesoro. Es Juan, María o Alberto. Único y amado.
El convite es a reconocer en ese preferido de Dios aquello que Dios tan primorosamente ama en él.
En ese sentido, y recién recorriendo este camino, me animaría a decir que el pobre es Cristo.
Vos siempre vos.
Yo siempre yo.
Él, siempre él.
Uno en nosotros.
Trino en nosotros.

julio 06, 2007

Servir

Servir es poner en juego la vida.
Quien sirve no se arriesga a vivir; utiliza la plenitud de la vida para que ésta se multiplique y transmita.
Servir es entender esa plenitud, darle un sentido y consumirse para ser luz.
Vivir en plenitud es un camino de servicio.
Jesús nos enseña ese camino; lo hace sirviendo e invitando al servicio constantemente.
Jesús acompaña, escucha, cura, alimenta, corrige, reza, comparte; hace e invita a hacer.
Servir es amar con las manos.
Amar con gestos concretos.
Es la dulce excusa para ser comunidad, mínimo de dos. Servidor y servido se fusionan y abren la puerta para esa sea comunidad de tres. Jesús se hace presente, es su promesa: sólo necesita dos o más reunidos en su nombre.
Servir no es dar cosas; es darse.
No es repartir, es repartirse.
Al modelo de Jesús, hacerse pan para el otro, alimento y vida para el hambriento que pierde la esperanza.
El necesitado me come y yo crezco en él.
El necesitado se pone en marcha y yo comienzo a recorrer un nuevo camino con él. Juntos descubrimos la vida nueva. Juntos, a la par, hombro a hombro. Respetando el paso. Ni adelante ni atrás.
Servir no es un acto de generosidad sino de justicia: distribuyo lo que recibo de Dios para ser distribuido, y lo hago según sus instrucciones. Los dones que pongo al servicio no me pertenecen. Soy administrador del tesoro que Dios distribuyó por el mundo para que haya vida... y vida en abundancia.
Servir es un camino excelso para llegar a la Comunión.
Si vivo sirviendo, vivo ya la promesa y el Padrenuestro se cumple hoy.
Sirviendo se reconoce padre al Padre; hermano al hermano.
Sirviendo se santifica el nombre de Dios.
Sirviendo viene a nosotros su Reino.
Se hace su voluntad.
Se recibe y comparte el pan de cada día.
Se perdonan las ofensas.
Se deja de juzgar.
Se cierran las puertas a las tentaciones....
Y el mal, ya no puede alcanzarnos, porque sirviendo somos uno con Jesús y Jesús es el vencedor.

¿Que no soy perfecto?
¡Claro! De ser así no podría haber fuego.
Mi leña, y mis espinas son las que llevo para arder.
Madera seca y madera verde.
Muerta y viva.
Trigo y cizaña.
Voy entero. Quiero ser pan.

Sirviendo pierdo el orgullo y me hago humilde.
No escondo avergonzado mis dones por más pobres y sencillos que los considere. Los exhibo y entrego en la certeza de que es Jesús quién hace el milagro.

Hay hambre, pongo mi pan. Un mendrugo. No importa. Jesús lo pide. “que se sienten en el pasto” -debe haber gritado-. Un mendrugo y un pescado. Vergonzoso para ofrecer. Comida de miles. Si me guardo los dones no hay milagro. Un chico los entregó. Los grandes querían buscar soluciones grandes; el chico hurgó en su bolsita y reconoció el pan. Ridículo a los ojos de hoy. Eso es ser humilde. Eso es servir.

Tengo esto.

Creo que es poco.

Lo entrego.

Amén.

junio 11, 2007

...y seguimos con el Amor

Cuando, poniendo los ojos en la gracia de mi realidad, amo del mejor modo en que esté a mi alcance amar hoy, estaré hablando el lenguaje de Dios y haciendo oración en Su idioma.

El único límite para amar será mi resistencia a ser canal de un Amor sin límite.
Mi dureza, su cauce; mi egoísmo, su dique. Mi entrega, su derrame.
Interceptamos el amor de Dios.
Negamos dar aquello que no nos es propio.
Mezquindad.
Por eso, detrás de todo pecado se esconde un no-amor.
Negar el amor es torcer el plan de Dios.
Es cortar el canal sagrado de la Vida y su comunicación.
El no-amor engendra el no-Dios; la nada. La Muerte.
El no-amor es multiforme y sofisticadamente inequívoco.
Un gesto de amor que no concluya en entrega encierra uno o muchos no-amores latentes y dispuestos a destruir el milagro.
En el hombre hay una intuición de que la promesa es cierta; algo así como un recuerdo de esa armonía y plenitud que Dios nos propuso en cada Génesis y que, por alguna decisión equivocada propia o ajena volvemos a rechazar.
El no-amor es la insistencia en el error primordial.
El amor, la reconstrucción del Paraíso.
Perdón y arrepentimiento.
Perdón, primero perdón. Iniciativa de Dios. Después, arrepentimiento expresado en entrega. Arrepentimiento gozoso que nos invita a volver a jugar. Entonces el amor es alegría.
El amor esponsal nos lleva al Paraíso. El amor fraterno, al cielo. Ambos a Dios. A uno presente y siempre signo de Vida.
Dinámica constante y recuerdo de que nada nos pertenece pero todo nos construye.

Demasiada gracia retenida mata.
Dios no es inicuo pero tampoco inocuo.
Todo lo que intenta retenerlo tiende a romperse.
Incontenible, debería ser la expresión.
Por eso negarlo mata y al matar se muere. Se muere y mata.
Cortar la rama, dijo por allí Jesús, es sólo menester de la Mano Maestra.
Sólo unidos al tronco tenemos vida. La savia de Dios corre por nosotros siempre urgente para seguir llevando Vida. Si me corto, muero. Si te corto, también, quizás más tarde pero muero después de darte muerte.

El amor en el lenguaje de Dios es mucho más que lo que entendemos por amor, quizás sólo parcialmente comprensible revisando nuestra paternidad que expresa su amor, casi minoritariamente en la caricia. La vida misma es expresión de ese amor. Íntegra. Igual de íntegra como debería ser nuestra vocación de amantes cotidianos. Ni una hora, ni un minuto, ni un gesto, ni una acción sin amar del modo propio de cada situación. Conciente o inconsciente: siempre amantes.

Amor y vida en boca de Jesús son la misma cosa.
Tan incontenibles como inexplicables, indivisibles e imperativos.
Jesús ama y da vida. Da vida y ama: la misma cosa.
Cumple el plan.
Reconstruye.
Restituye.
Vuelve a tejer la Alianza.
Por eso es Buena Noticia para todos y en especial para los no-amados, sus Bienaventurados, los marginados y excluidos.
Sólo se puede comprender esta preferencia por el amor.
Jesús ama y manda a amar a aquellos a quienes otros han decidido no-amar y por eso mueren. Por eso sufren y por eso gimen.
Amor y vida, nos expresa Jesús, son sinónimos; por eso su máxima entrega de amor es la Cruz. Amor entregado al límite y resignificado por Dios en la Pascua, para que ni en ese espacio último, el no-amor tenga la última palabra.

La vida vence a la muerte porque el amor no puede ser vencido.
Dios es amor.
Invencible.
Sí, puede ser negado.
El no-amor mata porque nos priva de Dios y nos aleja de Su Plan.

El Amor entonces es mucho más que nuestro pobre amor.
San Pablo nos desconcierta cuando habla de una amor desconocido y desde nuestro límite, inalcanzable.
Paciente, servicial, no envidioso, que no hace alarde, que no se envanece, que no procede con bajeza, desinteresado, que no se irrita, que no es rencoroso, que no es injusto ni se alegra con la injusticia, que goza con la verdad. Amor que todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera y soporta. (1 Corintios, 13).
El amor alimenta y cura. Cuida y escucha. Toca. Mima. Abraza. Enseña y corrige. Aconseja y guía. Ríe. Comparte. Manda y obedece. Llora. Construye. Forja.

Amar es vivir como Dios manda.

En el amor verdadero la diferencia es complementaria. Sólo el no-amor hace de la diferencia injusticia o pecado. Amando como Dios manda se gana el paraíso y se hace presente el día primero, expresión de Su plan y principio del Cielo.

Dios nos sigue mostrando más de su Amor.
El Amor se preocupa, por que ese otro al que Jesús nos ordena amar, pueda desarrollarse tal como Dios ha pensado; para que ese otro pueda mostrarnos y darnos a conocer la Buena Noticia que sólo él puede dar. Por eso sólo el amor nos permite reconocer la dignidad. Es en la relación de amado y amante en dónde cada uno puede expresarse en la libertad de la más profunda intimidad y allí, Dios es uno en nosotros y nosotros uno en El.

Amando se hace presente la promesa del Reino presente.

Amén

mayo 05, 2007

Amar y ser amado: el mandamiento siempre nuevo

Rezando con Juan 13, 31-35

Simplificamos el mandamiento del amor.
Cristo nos llama a amar de un modo íntegro.
Dar amor, y también recibir ese amor que el otro debe dar; ser vientre para que esa vida explote en nosotros y se desarrolle y luego, también se derrame en más amor.
Es más fácil dar que recibir.
Paradójico.
Imposible.
Vacío.
Recibir amor implica disposición y entrega.
Ser amable, en el sentido de ser pasible de ser amado, es un desafío de amor que exige tanto o más amor que el dar.
Algo así como tender la mesa para recibir al otro.
Crear las condiciones necesarias para que el otro pueda amarnos y renovarse en esa donación.
No es lo mismo recibir que invitar.
Invitar implica una disposición diferente en la que yo dejo de ser el centro para hacer central la presencia del otro.
Ser amable, es tender la mesa con lo mejor que tenemos.
Nuestra mejor vajilla, nuestro mejor mantel y también, nuestra mejor comida.

Muchas veces reniego por no ser amado, y sin embargo, soy yo quién evita insistentemente ser amable.
Quizás desde este lugar se pueda entender mejor lo que nos plantea San Pablo (1).
Una mesa tendida para ser amables, pasibles de ser amados, puente de amor, incluye en su menú paciencia, servicio, alegría, verdad, justicia...perdón. Fuera quedan la envidia, el orgullo, la grosería y el egoísmo, la irritación, la intolerancia.
Sólo esforzándome para ser realmente amable, puedo experimentar el milagro del amor, que sólo es amor cuando ambos aman, se reconocen amantes y nuevamente se derraman en más amor.
Misterios de Dios.

Padre bueno, re ruego me enseñes a tender la mesa de modo tal que, cuantos se acerquen a mí, puedan expresar su amor; que mi corazón reconozca que sólo siendo amado se aprende a amar...y entonces me deje amar para poder amar.
Amén
Amen

1.- invito a releer a San Pablo en Corintios 12, 31-13, 13

abril 20, 2007

El mar nuestro de cada día...

Reflexionando con Juan 21, 1-19

Una vez más el milagro es el sí.
Un sí que no cuestiona.
Uno que ni siquiera se atreve al por qué.
Uno que surge desde la más profunda convicción.
Sí de fe pura.
Fe pura que se derrama en un sí.
No le importó a Pedro su experiencia. No dudo pese a su fracaso. No pidió ni otro mar, ni otro bote ni otras redes. No se excusó en el cansancio. No dijo “mañana”. No dijo “después”. limpio y claro.
Jesús siempre es propuesta.
Dios es convite.
Libertad para ser elegida y vivida.

Bajo el agua de nuestros mares está la pesca.
Justo debajo de nuestro bote...allí, a la derecha; en el mismo lugar por el que acabamos de pasar. Allí dónde fracasamos ayer hay lugar para el milagro. Exactamente donde acabamos de fracasar.
Aquí se puede dar el milagro.
Aquí se debe dar el milagro.
Mares nuestros de cada día.
Mares que mil veces resultan esquivos.
Mares en los que ya estamos cansados de fracasar.
Fracasos que nos quitan las ganas de pescar.
Sí.
Un sí.
Nada más que un sí.

Querido Padre Bueno, te pido que me renueves y selles la vocación por el sí cotidiano. Que me abras los ojos y me muestres que ese lugar es hoy, aquí y ahora. Que me des la valentía de vencer el orgullo y la soberbia que me hacen decir “acá no vale más la pena intentar”.
Amén

Pd: Querido Jesús, gracias por siempre esperarnos con un fueguito encendido en la orilla.

abril 16, 2007

Sueño de Pascua

No dejan de resonarme las palabras que el otro día apenas pudo balbucear Jesús en la Cruz y me pregunto:
¿a quiénes deberá perdonar hoy Dios?
¿quiénes son los que “no saben lo que hacen”?
Voy más atrás.
Busco a los crucificados.
Veo los marginados y les reconozco en las manos las llagas.
Levanto - con su permiso - las ropas y les intuyo el lanzazo.
No puedo creer lo que estoy escuchando.
Silencio.
Los crucificados están allí, bien clavados, sufriendo, gimiendo, pero mudos.
Al darme vuelta, veo la misma multitud pero distinta.
Ahora estamos con el dedo índice frente a la boca haciéndoles el inconfundible gesto de ¡silencio!.
El nuevo modelo de cruz impone silencio al crucificado. Nada de grito. Nada de queja. Nada de nada. Muerte lenta nomás. Nada de esperanza.

Sueño ahora.

Uno de ellos rompe rito y susurra.
“Perdónalos, Señor, no saben lo que hacen”. Y todos los crucificados despiertan en su última hora. Todos ahora comienzan a susurrar y el susurro se vuelve espeso; letanía, podría decir.
“Perdónalos, Señor, no saben lo que hacen”Todos perdimos la fe, pero ellos no.
Volvemos a casa apenados por el espectáculo.
Ellos han muerto.
Nosotros también.
Ellos resucitarán.
¿Nosotros también?.
Volvemos caminando con la cabeza gacha.
Se acerca un pobre disfrazado de pobre. Uno igual a los muertos de recién. Uno más. Igual y diferente. Diferente para nosotros que recién lo vimos morir y creemos haberlo escuchado susurrar. Nos pregunta y contestamos. No podemos explicar lo visto y mucho menos, lo oído...y comienza a hablar. Habla de su vida, de su historia, de sus alegrías pasadas, sus dolores presentes y su esperanza de siempre. Cuenta de su fe, de su Virgencita arrugada en el más arrugado documento...muchas cosas. No podemos creer todo lo que tiene para decir.
Se hace de noche. Llegamos a casa. Nos despedimos. Lo dejamos ir.
Me despierto sobresaltado.
Pido a Dios que los crucificados de hoy rueguen por nosotros. Somos muchos los que no sabemos lo que hacemos. Muchos los que todavía, ni siquiera nos hemos dado el lujo de invitarlo a compartir el pan para dejarnos sorprender. Muchos los que todavía, no nos dimos el lujo de animarnos a reconocerlo.

Te ruego, Padre Bueno, que me regales la valentía para escuchar a los crucificados de hoy; que me des la humildad para dejar de justificarme, y me infundas el valor de aceptar que son ellos, especialmente ellos, los bienaventurados, los que pueden hablarme de vos y devolverme la esperanza.

Amén

marzo 20, 2007

Cuaresma y conversión

Cuaresma es tiempo de conversión y, convertirse, entre otras cosas, es revisar nuestro corazón para ver si no hemos pedido ya parte de la herencia.
¿Para qué pido los dones? ¿Cómo los administro?
¿Para qué pido la gracia? ¿Qué hago con ella?
Lo que tengo, lo que soy, lo que logro, ¿es regalo de Dios o se lo "arranque" de las manos?.
Esto explicaría un poco las cosas. Quizás, ayudaría a mostrar el por qué de la desigualdad. El más irreverente se hace rico más rápido. Me llevo todo hoy. Ahora.
Quizás también, por eso Él calma a los que sufren prometiéndoles, a su tiempo, la verdadera herencia...
Pedir la herencia anticipadamente es un modo sutil de anticipar la muerte o por lo pronto, de desconocer la vida.
En un mundo en el que Dios molesta, es dable pensar que muchos, al pedir el anticipo de herencia, estamos dando por sentado que ya el Padre dejó de existir, o por lo menos, que podemos vivir como si el Padre ya huebiera muerto.
Complicado para el mediodía de un martes.
Padre Bueno, ayudame a discernir porque estoy confundido. Ayudame a ver qué me regalaste y qué te arranque. Ayudame a devolver lo que todavía no me corresponde, a devolver lo que todavía es tuyo.
Amén.

marzo 13, 2007

El lugar para el abrazo

Hay muchos espacios para vivenciar el abrazo del Padre. Propongo éste. Lo probé. Lo pruebo. Hace bien. Es de Dios.

Dios habla desde las obras con palabras de misericordia.
Dios habla en las obras.
Dios habla. Debe hablar.
Quien lo escucha, comienza a intuir un modo de ser Iglesia, más parecido a Cuerpo de Cristo.
Las obras son puertas de la Iglesia horizontal. Deben serlo.
Las puertas abiertas de las obras son las manos abiertas de Jesús; los brazos abiertos del Padre. Al entrar todos deberíamos sentir su calor, su firmeza, su amor. Manos abiertas que sanan, acarician, alimentan, levantan, animan.
En las obras todos somos misionados. Todos somos anuncio.
En las obras todos podemos animarnos a amar como Dios manda; a descubrir a ese otro que es amado por Dios. Amado y respetado. Amado, respetado y valorado al extremo de la cruz.
Las obras son espacios de encuentro. Deben serlo.
Abrazos misericordiosos de perdones inexplicables.
Abrazos misericordiosos de perdones sólo explicables por el amor.
Ese sigue siendo desafío del cristiano hoy: amar a Dios sobre todas las cosas y también amar a ese prójimo a quién Él tanto ama, con un amor profundo, serio, visceral; compartiendo el tiempo y el espacio. En contacto.
Las obras son espacios de reconciliación. Deben serlo.
En las obras podemos ser nosotros mismos resignificando nuestra humanidad, expresándonos con nuestros límites mientras decimos que sí y damos lugar al milagro.
Son. Deben serlo. Él nos pide que lo sean.
El abrazo que tenemos para dar es el Suyo; ese que resucita a los muertos. Ese que los muertos necesitan para volver a la vida.

Querido Jesús: te pido que me regales la generosidad para no guardarme Tu abrazo. Para no negar aquello que mi hermano que está "de vuelta en casa" necesita para sentirse bienvenido. Para que su presencia sea el motivo de la fiesta. Amén.

Aporte para rezar con Lc 15, 1-3. 11-32

enero 30, 2007

¿Mar adentro?

Rezando con Lucas 5, 1-11

Cuesta mucho volver al lugar del fracaso.
El sabor amargo de la derrota bloquea los sentidos.
El cuerpo se rehúsa.
Nadie quiere volver a sufrir.
Si ya fracasé una vez ¿qué sentido tiene volver?
Cuesta mucho volver. Mucho más, volver solos.
Cuando los fracasos se repiten, la perseverancia se transforma en capricho y el capricho, con suerte, en costumbre.
El desánimo le quita sabor al desafío. Rito vacío. Hábito.
Tirar las redes no es lo mismo que salir a pescar; del mismo modo que comer no es lo mismo que saborear, ni hablar en público, lo mismo que predicar.
Hay un componente sensible que hace que un acto aparentemente igual deje de serlo.
El fuego hace la diferencia.
Un fuego que te corre por la espina y te hace sentir que esta vez...esta vez si volverán las redes llenas. Atención que digo fuego, no certeza. Ciertas certezas adormecen las ganas.
Fuego es fe.
Confianza.
Entrega.
Le tengo miedo a la certeza cuando se habla de pesca.
¡Es tan sencillo pescar dónde uno sabe que hay peces!
Peces libres o peces pescados.
Esa certeza adormece las ganas.
La única certeza que pido es la necesaria para la fe.
Certeza de que quién me dice “tirá las redes” es Él.
Vengo de fracasos políticamente correctos, pero fracasos al fin.
Estoy limpiando las redes.
¿Qué si salí a pescar?...obvio, ¿no me viste volver?
Mañana intentaré de nuevo.
Siempre hubo peces aquí.
(Parece que ya no)
¿Salir de nuevo? ¿otra vez?
...¡mar adentro, decís! Eso es otra cosa....
Yo siempre pesco por acá, en la pecera....
¡Mar adentro es otra cosa!

Querido Jesús, te pido que me regales el valor de sobrepasar los límites; que me des el valor para dejar mis seguridades y entregarme más.
Que me des la fuerza para salir a tirar las redes allí, mar adentro, muy adentro, justo en el lugar dónde no me animé ni ayer ni hoy. Mar adentro, fuera de la pecera, dónde hacen falta pescadores. Donde se me mezclarán los peces. Donde se me tensarán las redes...mis redes...tus redes.
Amén

enero 19, 2007

Pasaje cumplido

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. (Lc 4,18-21)

Miré al que estaba al lado mío y él también me miró; se encogió de hombros y levantando las cejas expresó con un gesto lo mismo que yo estaba pensando...”¿y esto?”. Unos minutos más me quedé sentado y cuando logré no ser el primero en irme, me encaminé silencioso hacia la puerta.
Claro que estamos como estamos – me retumbaba -; miles de años esperando y siempre lo mismo. Habla lindo, dice cosas lindas, pero...

En la Argentina de hoy ¿dónde están los oprimidos, dónde los esclavos? Yo no los veo.
Para liberar a los presos ya alcanzan las leyes y la justicia... esperaba otra cosa.
Yo no veo la realidad de esta forma.
El año de gracia del Señor, el año jubilar, es una institución del antiguo pueblo de Israel...
Hoy ya no se ven multitudes esclavizadas, familias esclavizadas...

Cri – cri – cri – cri –
(pasaba el carrito y me distrajo)
- ¡Soltá, Kaaaaren, soltá que pesa!...Soltá que falta...
Cri – cri – cri – cri -
cri-cri-cri


No claro que no. Tampoco se ve gente que ha perdido su tierra a manos de los poderosos.

¡Que desastre! Tuve que dar el paso más largo, casi un salto.
Era un viejo. Sí, un viejo. No me había dado cuenta...también, así acurrucado...
recién lo vi cuando tuve mirar para esquivar el charquito de pis que corría desde las mantas.

Los pobres no piden anuncio: ¡piden plata!.
"En Argentina no trabaja el que no quiere".
"Les das una pala y te la tiran por la cabeza".
"Sí, es un país bendito: plantás un palo y te brota una escoba..."
"Una vez, yo le regalé un sándwich a uno y cuando me di vuelta, lo dejó en un tacho".
"Una cajita de vino y un “plan trabajar” para cobrar sin trabajar. Eso es lo que buscan".
"Mandan a los chicos para comprar vino".
¡Pobre Jesús, se quedó en el tiempo!.
El mundo cambió y Él no se actualiza.
Yo no veo las cosas de ese modo.
Nadie, las ve así.
Por eso cada vez están más vacías las iglesias...¡porque estamos lejos de la realidad!

Mientras mascullaba estas cosas esperando que cambie la luz del semáforo, una mano me tocó y sobresaltó.
- ¡Jesús! ¿qué hacés acá?
- Te seguía...nos queda pendiente lo de la promesa.
- ¿Promesa? ¿Qué promesa?
- La del pasaje que dije que se había cumplido hoy.
- Bueno, sí...sabrás perdonar. Venía justo pensando en eso...
- ¡Esperá!, no sigas...-me dijo mientras se mojaba el pulgar con saliva –

Sin quitarme la vista de los ojos, me acercó su mano y yo, instintivamente cerré los míos. Sentí que me tocaba. Que me tocaba en serio.

- Dentro de un rato contame cómo vas. Dentro de un rato... cuando puedas ver.

Querido Jesús:
Tocame de nuevo que todavía veo borroso.
Tocanos de nuevo, que muchos, todavía vemos borroso.
Amén.



enero 12, 2007

Vino y milagro

Sigo rezando con Juan 2, 1-11

El vino con el que Él llena mis jarras es vida.
Vida que da sentido profundo a mi vida.
Cuando se me acaba el vino pierdo la alegría y ya no puedo ni alegrarme ni alegrar.
Dejo de disfrutar lo verdadero.
Dejo de valorar lo valioso.
De contemplar lo bello.
De escuchar lo armónico.
De gustar lo sabroso.
De sentir lo terso.
De honrar lo honorable.
De admirar lo sublime.
De pensar lo profundo.
De amar lo amable y de encontrar amable lo árido.
Dejo de percibir lo sensible.
De valorar lo justo.
De elegir lo bueno.
De agradecer lo gratuito.
De hacer y de dar; de recibir y volver a dar.
Dejo...

Todo intento que haga por rellenar yo mismo las jarras es una falsificación.
Durará un tiempo y volverá a acabarse.
¡Hay tantas formas de falsificar el vino!
Pobres y ricos nos especializamos en este arte.
Cachuña*, eficiencia, consumismo, wisky importado, ostentación (de miseria u opulencia, da igual), violencia en todas sus formas. Exceso de trabajo. Exceso de autocompasión.
Abandono. Hiperactividad... miles de formas de rellenar jarras en forma provisoria. Todas provisorias. Todas intoxican. Todas mortales.
Sólo uno llena las jarras con vino del bueno.
Sólo Uno.
Sólo Él.

Virgencita buena, te pido que mires aunque sea de reojo mis jarras; que me invites a pedir con vos cuando estén vacías, y cuando llegue el momento en que indiques “hace lo que Él te diga”...yo vaya, y si no voy, me lleves.
Amén


* La cachuña es una bebida improvisada que se prepara habitualmente con alcohol fino y agua, a la que puede agregársele algún jugo, azúcar quemada u otra bebida para darle algo de sabor. Es consumida en general por personas en situaciones de marginación. Mata. En realidad re-mata: primero mató la injusticia.

enero 11, 2007

Bodas y milagro

Rezando con Juan 2, 1-11

Hasta que no se agota el vino, no hay lugar para el milagro.
Mientras las jarras están llenas, es innecesario el milagro.
Vivo con alegría inconsciente la abundancia finita.
Mientras haya vino, ¿para qué?
Estamos de fiesta.
Esta es mí fiesta.
Mi fiesta. Mi vino. Mi alegría.

Pero, en algún momento se vacía la jarra.
Con suerte, una. Muchas veces, todas.
Jesús siempre está; siempre estuvo.
Todavía no ha llegado su hora. Mi hora.

Tiempo de milagro es tiempo de entrega.
Reconozco mi jarra vacía y ya nada más puedo hacer.
Se va acabar la fiesta. Sin vino no hay festejo.
Levanto la cabeza preocupado y miro el entorno.
Nadie se dio cuenta todavía.
Todos siguen festejando.
También ellos creen que el vaso nunca se acabará.
Todos siguen festejando menos yo.
¡Alguien me vio! (Mejor tapo la jarra). Mejor salgo un rato a pensar.
No me animo a pedir, pero pido.
¡Alguien se dio cuenta!
¿Habrá llegado mi hora?
Entonces llegó Su hora.
¿Pero, a quién se le ocurre servir el vino bueno después del malo?
¡Que siga la fiesta!
Otra fiesta. Distinta. Muy distinta.
Yo no fui.
Fue Él.
Fue Ella.
Fueron Ellos.
Milagro.
Ahora voy a servir.
¡Ahora sí ponderen el vino!

Virgencita buena, te pido que me ayudes a mantenerme atento a las jarras de quienes me rodean; que me eduques en la constancia para pedir con valor e insistencia, y cuando llegue el momento en que indiques “hace lo que Él te diga”...yo vaya, y si no voy, me lleves.
Amén