junio 08, 2011

Esperando al Espíritu Santo

Rezando con Mt 28, 16-20

Siempre tiene la iniciativa. La tiene y por si fuera poco, además la toma.
Jesús se anticipa y jamás nos propone algo que no haya probado y no tenga la certeza de que podemos cumplir.
Desde resistir al pecado hasta soportar lo insoportable, pasando por el amor, la misericordia, el perdón, la amistad, la paciencia, la inclusión. Todas las propuestas de Jesús, si bien parecen inalcanzables están diseñadas para la medida del hombre común.
La fe hace la diferencia.
Creer.
Creer en nosotros con la misma certeza con la que cree Él.
Creer en Él, con la misma intensidad con que deseamos lograr lo inalcanzable. Confianza.
El domingo pasado, estando resucitado y reunido con sus amigos -crédulos e incrédulos- les hizo una última afirmación que sería el principio de una nueva relación: “y yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”. Increíble viniendo de quién venía. Los que estaban allí con él, todavía no habían logrado entender esto de la muerte y la resurrección. Jesús anuncia que parte pero que no parte; que se va, pero que se queda. También les dijo “vayan” a terminar lo que el comenzó. Una propuesta que exige una fe muy profunda. Exige creer y creer en serio.
Jesús también nos enseña a creer con su testimonio.

Pensaba en un artista, un escultor, que a pocos golpes de terminar su obra, cuándo ya prácticamente pudo decir todo, expresar todo, mostrar todo, decide irse y encomendar la tarea final a sus discípulos, que entre sorprendidos y asombrados, lo ven repartir todas las herramientas que él uso, para que sean precisamente ellos los que puedan terminarla. Un artista que comparte el momento culminante de su creación con sus amores, para que sean ellos los que también puedan ser protagonistas.
Herramienta por herramienta, una por una, va depositándolas en manos temblorosas.
Una para cada uno, de modo tal que ninguno pueda sentirse ahora el dueño y sí, todos parte.
Así, todos a partir de ese momento serán imprescindibles.
Así, todos serán necesarios, útiles, inevitables. Así todos podrán también reconocerse dependientes y constitutivos de una comunidad que ya no puede aceptar excluidos.
¡Cuánta confianza!¡Cuánta fe!
Jesús primero cree en nosotros.
Antes de pedirnos que creamos en Él, cree en nosotros.
Nada deja librado al azar.
Pronto vendrá la inspiración.
Pronto, en Pentecostés, se disiparán nuestras dudas y sabremos cómo usar las herramientas que nos dejó.
Cree en nosotros. Cree en mí.
Ahora me toca el turno de creer realmente en él.
Siempre tiene la iniciativa.
Siempre me permite decir que SÍ.
Amén

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