diciembre 12, 2006

Madre Teresa

Santa, sin duda santa.
¡Cuánta confianza tenía en nosotros!
"Dar hasta que duela", repetía.
¡Dar hasta que duela!...
No tenía ni idea de lo rápido que duele.
Querida madre, te pido que me ayudes a doblar la apuesta:
Dar hasta que duela y luego, hasta que sienta que se hace justicia.
Sólo así, traspasando los límites del primerizo dolor egoista, podré reparar el error.
¡Amén!

4 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Hola! Me han gustado mucho tus últimos posts...
Creo que es tan difícil ser cristiano hoy, vivir de acuerdo con las enseñanzas de Cristo... Creo que la navidad se ha transformado en una prueba de fe, en una ocasión de cruz, en un día de redención ¿Qué más difícil que abstraerse del mundo, en estos días en que todo grita consumismo y banalidad? ¿Qué más difícil que vivir en el mundo sin identificarse con el? Este es nuestro camino a la santidad...
Sacaste de mi interior estas palabras que no sabía que estaban, debe ser por acción del Espíritu Santo, que senota te colma y se derrama hacia acá... GRACIAS

Pablo Muttini dijo...

Semilla, tengo la firme convicción que más que abstraernos del mundo, los cristianos, estamos llamados a transformarlo.
No nos promete Jesús que sea sencillo. Complicada la tarea de construir sin destruir.
Bien lo decís: este es nuestro camino de santidad y éstos, nuestros escollos.
Caminemos con alegría que viene el Salvador.
¡Gracias, Espíritu Santo, por soplar fuerte y por dónde quieras!
¡Gracias, Semilla, por dejarte llevar por Él!

Cristian dijo...

Dar hasta que duela... San Alberto Hurtado tenía esa frase también. Sin duda que cuesta, te lo doy firmado, pero es gratificante, y eso también te lo firmo. Bendiciones.

Pablo Muttini dijo...

Me tocaste mi santo de cabecera! No sabés cuánto me acompaña el padre Hurtado. Desconocido por estos lares pero muy caro a mi corazón.
Hace falta que nos contagie es fiebre de amor que vivía y sin duda, todavía vive.
Hablale a él de mí en tus oraciones.
Se necesita de este lado de la cordillera un poco de su fuego.
Fuego de Cristo, dirá él. Fuego, digo yo.
Abrazo y gracias
Pablo