diciembre 07, 2006

Centuriones sueltos

Es complicado hacerle lugar a Jesús en Navidad.
El espacio del placard o de el desván que ocupa la caja con el arbolito y los adornos y las guirnaldas y todos los “y” no alcanza para una parturienta, y mucho menos, para alojar una familia.
En su peregrinar, María muy embarazada y José lleno de preocupación, tienen que ir sorteando Papás Noeles que, como centuriones romanos, custodian y recorren calles, centros comerciales, avisos publicitarios, diarios, revistas...vidas.
Centuriones que penden de vidrieras y también de puertas en las que ellos, María y José, debería golpear para ver si hay lugar.
Los centuriones siguen siendo presencia visible del poder. Siguen recordándonos quién manda hoy. Nosotros, seguimos obedeciendo.
¡Pobre San Nicolás! Y pobres de nosotros, los cristianos, que para minimizar las cosas tratamos de convertir a bonachón vestido de rojo en santo. Ni así alcanza para que la fiesta tenga el verdadero sentido.
Casi nadie queda fuera de este reconocimiento al César.
Los negocios se engalanan rindiendo tributo y en las casas, obviamente no podemos ser menos.
Los papás mantenemos la tradición del misterio y seguimos dándole vida al que hoy es el dueño de la Noche Buena. Una tradición que respetamos, cumplimos e inculcamos en nuestros hijos: Papá Noel existe. Sí. Mientras lo hagamos existir, existe. Y existe del modo en el que el César quiere que exista: como símbolo irrefutable del consumo, el festejo excedido y el frío ajeno.
Muchos me podrán decir... pero Pablo, mira que lo de San Nicolás es cierto...y el abeto tiene un significado equis...y las luces simbolizan tal o cual cosa..., sí, sí, todo comprendido, pero la Navidad es fiesta de Jesús naciente, de Virgen entregada y de José haciéndose cargo. Fiesta de Dios en medio de nosotros. Parto primerizo de vida nueva. ¡Vida Nueva!. Vida nueva que sigue, como hace dos mil y pico de años, necesitando un lugar dónde brindarse.
Es muy, pero muy difícil abstraerse de la “fiesta” para vivir la FIESTA. No soy ajeno a ello, pero por lo menos hoy, trato de guardarme la rebeldía y con ella, la sincera vocación de conversión.
Yo también fui y soy el “papá Noel” de mis hijos, mis sobrinos y los hijos de mis amigos. Algunas veces también, el papá Noel de chiquitos necesitados, de viejos abandonados y de “viudas y huérfanos”; pero esta Navidad quiero decir basta.
Me gustaría dejar de ser un papá pirotécnico para parecerme más a José.
Reconocer que estoy dando lo mejor que tengo aunque me avergüence por ello, y darlo todo.
Quiero, por lo menos hacer el intento, de liberar mi corazón para que en él nazca el Redentor y ser entonces, el Salvador de mis amores y de los desamparados.
Quiero disfrazarme de Cristo, no de bonachón colorado barbudo y rozagante.
Mejor dicho, quiero revestirme de Cristo.
Quiero dar amor y vida como da Jesús, no caramelos.
Quiero que mi mesa, nuestra mesa, sea mesa de pastores sorprendidos comentando el milagro.
Quiero que mi mesa, nuestra mesa, sea la mesa de la Esperanza y no la de los 12-deseos-tragados-con-pasas-de-uva a las 12.
También la de la misericordia.
Mucho mejor, la del perdón y la reconciliación.
Fundamentalmente, la del verdadero amor.
Quiero...¡quiero tantas cosas!, tantas que solo no puedo.
Tendré que nacer de nuevo en Navidad.
¿Podré?
¿Podremos?
¿Se animan?...faltan todavía unos días.
Pidan y se les dará, dijo Jesús.
Pidamos.
Recemos.
Amén.

1 comentario:

GATOCHAT dijo...

Bueno ahi que aprovechar la noche de navidad para nacer nuevamente junto a Cristo, y revestirnos de su amor, y nunca perder ese verdadero sentido de la navidad ...¡¡¡ celebrar el cumpleaños de nuestro redentor!! eso es lo verdadero y creo que tu lo sabes muy bien , ademas se ve por tus escritos ke sos un hombre de Dios , EL seguro que concedera ese deseo tan grande que tienes de llenarte de su amor y ayudemonos mutuamente orandole y rezandole por eso...bendiciones !!!