diciembre 28, 2006

Inocentes

Herodes decapitó inocentes por miedo a perder su poder.
¿Cuántas inocencias e inocentes habré decapitado yo para conservar el mío?
Ven Señor Jesús.
Amén

2 comentarios:

Anónimo dijo...

lo tuyo no es una inocentada. Va en serio, y me hizo bien; también tu comentario en teoblog. Cuando era chica, muy chica, me impresionó más de una vez el comentario de algunos grandes, a vernos a los chiquitos: "todavía son inocentes". ¿tendrá algo que ver esto de ser inocente, con lo de Jesús, sencillos como las palomas? ¿o será mejor perder la inocencia?, chau, María Lago

Pablo Muttini dijo...

María, me alegra tu visita. ¡Bienvenida!. Respecto de la inocencia y la sencillez; parece ser que todo lo de Dios es sencillo: amen, sirvan, compartan, perdonen...lo que pasa es que los complicados somos nosotros.
Creo que uno de los desafíos del católico de hoy es volver a simplificar lo que tanto tiempo nos llevó complicar. La complicación no es signo de Dios.
Te mando un cálido saludo,
Pablo