noviembre 22, 2006

¿Sos vos el Rey?

Rezando el Evangelio del próximo domingo*, no tengo más remedio que pararme delante de Jesús y hacerle la misma pregunta que le hizo Pilato.

-¿Decís esto por vos mismo, o te lo dijeron de mí?, escucho...
- parte y parte, le contesto.

Me lo dijeron; sí, desde chiquito me lo vienen diciendo. Diciendo. No te veo reinar, querido Jesús, demasiado en este mundo. Pero sí, me lo dijeron. Quizás los mismos que me lo dijeron son los que no te reconocen realmente como Rey; los que te anuncian y luego te callan. Los que se llenan la boca con tus palabras y después, frente al compromiso auténtico del testimonio, hacen silencio con sus vidas. Me lo dijeron...y es muy probable que yo también así lo esté diciendo.
Es muy probable que sea yo quien hoy cuento las historias de un Rey que no gobierna.

También lo digo por mi mismo, porque muchas tierras de mi vida no hay Rey, no hay ley, no hay paz. Mucho de mí necesita el Rey correcto. Mucho, debería destronar al rey equivocado. Lo digo por mi mismo.
Pido, querido Jesús, la humildad de dejarte reinar en mis comarcas; de abrirte las puertas de todas y cada una para que seas vos quién ponga orden allí, para que termines con las guerras y lleves la paz.

La tiránica anarquía de mil reyes, mata.

Pido, querido Jesús, el valor para servirte y batallar cuando lo ordenes, o arar la tierra, o apacentar ovejas, o cambiar el mundo. Valor. Pido valor para servirte.

El alarido de mil reyes, ensordece.

Pido, querido Jesús, contagiarme de Tu modo de ser y ser yo mismo, tal como Vos me imaginaste, y trabajar con Vos, y mirar como Vos, y amar como Vos, y gobernar como Vos.

La anarquía de mil tiranos, cauteriza.

Pido, querido Jesús, que aunque te cierre las puertas, las derribes; que aunque te diga que no, me insistas; que aunque arrase la tierra y deje escombros, siembres, porque no es que no quiero, es que no puedo.

La tiranía de mil reyes, agobia.

No es que no quiero, es que no puedo, por eso pido.
¿Qué si lo digo por mí o me lo dijeron?...parte y parte, querido Jesús, parte y parte.

Y te seré sincero, también me dijeron cosas lindas. También te vi reinar en muchas vidas; por eso pude reconocerte recién cuando me pare aquí delante...pero sabrás perdonar, me quedaba la duda.
Ahora ya no.

Pido, querido Jesús, pido.

Pese a mí, reina en mí.

Amén

(*Jn 18, 33b-37)

4 comentarios:

Pablo Muttini dijo...

Aquí se ve que andan comprobando científicamente, los efectos de ponerse al servicio de otro rey.

http://www.lanacion.com.ar/EdicionImpresa/cienciasalud/nota.asp?nota_id=861962.

hna. josefina dijo...

¡Amén!

Anónimo dijo...

Guau! Me ha llegado a lo más homdo lo que escribiste...
GRACIAS
CARIÑOS

Pablo Muttini dijo...

¡Gracias a vos, Semilla!
Un día, cuando recién me animaba a intentar mostrar mis escritos, le pregunté a un monje trapense que me estaba ayudando a recorrer el camino, si era prudente pasarlos para que sean leídos, y el me respondió: vos solamente tenes que estar atento a los frutos: si hacen bien, son de Dios.
Desde ese día, nunca me guardé más ningún "textito". El Señor me muestra cotidianamente cómo se vale de cosas sencillas para llegar al corazón.
Cariños y bendiciones,
Pablo