agosto 05, 2008

Esperanza

Hoy siento que la esperanza para el cristiano, es como la cuerda del equilibrista.
Anclada en el pasado y las certezas de su propia vida, se proyecta en tensión indefinida hacia un futuro que no conoce pero en el cual confía.
Va de la certeza a la promesa.
De un extremo al otro.
De lo conocido a lo desconocido.
Nosotros, sobre ella, caminamos intentando mantener el equilibrio para avanzar lo más rápido posible hacia la meta.
En el mientras tanto alternativamente caemos víctimas de un mal paso o bajamos a descansar; con suerte, un poco y un poco.
Si perdiéramos uno de los dos amarres de los extremos, historia o promesa, la cuerda también perdería su tensión y quedaríamos entonces recluidos a vivir una existencia que sólo tendría sabor a presente. Por eso, perder la esperanza nos lleva casi irremediablemente a perder el sentido de la vida.
Quizás, el secreto sea lograr siempre fortalecer los amarres: gratitud y fe.
Ambos son Gracia y búsqueda.
Si estoy caído, ambos tengo que revisar a la hora de intentar volver a caminar.
En eso ando.
Amén