diciembre 28, 2007

Sí. Creo. Soy.

Sí. Creo. Soy.
Tres palabras firmes. Confirmatorias. Definitivas.
Sí. Creo. Soy.
Trinidad de términos que expresa comunidad de amor.

María se entrega.
José se juega.
Jesús, es.

Todo esto entretejido con hebras de confianza, pasión, esfuerzo, alegría, dolor, sacrificio, renuncia, humanidad y divinidad.

El sin el creo era incompleto.
El creo sin el , sólo fe.
El Soy entonces, es, por designio de Dios, inseparable para siempre del sí y del creo.

Tres elementos que el Creador combina para ser presencia. Presencia misteriosa que invita a ser comunidad de amor y también a vivir el corazón siempre y renovadamente este designio de actualidad. Sí. Creo. Soy.

Sagrada Familia presente. Trinidad presente.
Individualidades trenzadas y entregadas a la Obra.

Sí, creyó y fue, no nos hablarían de Dios.

Presente.

– para dejarme llevar y ser instrumento.
Creo – para fortalecer mi duda y arriesgarme a ser parte de un plan que necesita de mis manos aunque no tenga muy claro ni el por qué ni el para qué.
Soy - para entregarme entero y siendo, dejar que Él siga siendo, del modo nuevamente misterioso en que eligió ser.

Sí, creo, soy.

Sagrada Familia de Nazaret, te ruego me regales el aire para gritar, pese a mis límites, sí, creo, soy.
Amén.

diciembre 20, 2007

¡Feliz Navidad!

La Navidad como opción

¡Que fácil sería todo si la Navidad fuera mágica!
Si el simple devenir cronológico de llegar al 24 de diciembre hiciera que todo se transforme.
Si no tuviéramos nada que hacer y todo que esperar.
Si pudiéramos pasar la responsabilidad íntegra a Dios y nosotros, entonces, dormir en el sopor de quién sólo recibe.
Total ya está.
Si me toca la buena, Dios me ama. Si me toca la mala, Dios culpable; y si estoy simplemente a flote, depende.
Magia. Magia anestésica.
Pero no es así.
Navidad es de un modo particular, misterio de opción.
Dios que viene al mundo, al mismo mundo, al de siempre, a proponer una vida distinta. Dios propone en Navidad. Propone y pone en juego todo su poder pero lo deja librado a nuestra opción. Dios se auto limita en Navidad, por eso es niño y nace verdadero Dios y verdadero hombre. Tan verdadero Dios como verdadero hombre.
Toma una vez más la iniciativa y se pone en cuclillas para compartir nuestra realidad tal y del modo en que nosotros la vivimos. A partir de la Navidad Dios prueba nuestras alegrías y tristezas, come nuestra comida, es acariciado por nuestras manos y también usa las suyas para acariciar; conoce el dolor que duele en la carne. Ama y es amado. Se deja arropar y arropa.
Dios se propone en Navidad.
Camino, Verdad y Vida, dirá luego Jesús.
Pesebre hoy. Cruz mañana. Presente siempre.
Magia sería más simple. Opción, me involucra. Requiere mi respuesta a Su iniciativa; respuesta activa, consciente, concreta. Vencer el vértigo para lanzarme a un horizonte desconocido que se expresa en un tiempo sin tiempo, pasado, presente y eterno.
Vuelve a la vida, nace Jesús, cuando me lanzo a la aventura y acepto el desafío de entrar en Su tiempo y reeditar su presencia. Cuando estoy dispuesto a creer de modo tal qué, todas las promesas se puedan cumplir y todas esas ganas de Dios encuentren en mí, tierra fértil para germinar y dar frutos.
No me necesita Dios: me elije. Me quiere. Quiere que también yo viva desde hoy el anticipo de Su Reino para que en el mundo ya no sea la muerte quién tenga la última palabra.
Tengo que decir que sí. Tengo que optar, aceptar la propuesta.
Contrariando el dicho popular, Dios propone y el hombre dispone. Su amor ilimitado no nos limita. Libres para todo, incluso para el error que nos vuelve a mostrar el camino de la libertad.
El milagro de la Navidad, sólo se cumple si me animo a aceptar la propuesta del misterio y me hago presente en el Pesebre para adorar al Salvador.
Si después de adorarlo, lo cuido, lo alimento, lo protejo en mí hasta que se haga grande, y si cuando es grande, lo sigo, lo escucho, lo anuncio…lo sigo proponiendo.
Dios es propuesta en Navidad.
Él ya dio el primer paso.
Ahora el milagro depende de mí.
Gracias, querido Padre bueno por seguir insistiendo.
Gracias, María y José, por animarse.
Gracias, querido Jesús, por volver a ser oportunidad.
¡Aceptemos el convite en Navidad y seamos parte de la Vida que viene!
Amén.