enero 30, 2007

¿Mar adentro?

Rezando con Lucas 5, 1-11

Cuesta mucho volver al lugar del fracaso.
El sabor amargo de la derrota bloquea los sentidos.
El cuerpo se rehúsa.
Nadie quiere volver a sufrir.
Si ya fracasé una vez ¿qué sentido tiene volver?
Cuesta mucho volver. Mucho más, volver solos.
Cuando los fracasos se repiten, la perseverancia se transforma en capricho y el capricho, con suerte, en costumbre.
El desánimo le quita sabor al desafío. Rito vacío. Hábito.
Tirar las redes no es lo mismo que salir a pescar; del mismo modo que comer no es lo mismo que saborear, ni hablar en público, lo mismo que predicar.
Hay un componente sensible que hace que un acto aparentemente igual deje de serlo.
El fuego hace la diferencia.
Un fuego que te corre por la espina y te hace sentir que esta vez...esta vez si volverán las redes llenas. Atención que digo fuego, no certeza. Ciertas certezas adormecen las ganas.
Fuego es fe.
Confianza.
Entrega.
Le tengo miedo a la certeza cuando se habla de pesca.
¡Es tan sencillo pescar dónde uno sabe que hay peces!
Peces libres o peces pescados.
Esa certeza adormece las ganas.
La única certeza que pido es la necesaria para la fe.
Certeza de que quién me dice “tirá las redes” es Él.
Vengo de fracasos políticamente correctos, pero fracasos al fin.
Estoy limpiando las redes.
¿Qué si salí a pescar?...obvio, ¿no me viste volver?
Mañana intentaré de nuevo.
Siempre hubo peces aquí.
(Parece que ya no)
¿Salir de nuevo? ¿otra vez?
...¡mar adentro, decís! Eso es otra cosa....
Yo siempre pesco por acá, en la pecera....
¡Mar adentro es otra cosa!

Querido Jesús, te pido que me regales el valor de sobrepasar los límites; que me des el valor para dejar mis seguridades y entregarme más.
Que me des la fuerza para salir a tirar las redes allí, mar adentro, muy adentro, justo en el lugar dónde no me animé ni ayer ni hoy. Mar adentro, fuera de la pecera, dónde hacen falta pescadores. Donde se me mezclarán los peces. Donde se me tensarán las redes...mis redes...tus redes.
Amén

enero 19, 2007

Pasaje cumplido

“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha consagrado por la unción. Él me envió a llevar la Buena Noticia a los pobres, a anunciar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”. Jesús cerró el Libro, lo devolvió al ayudante y se sentó. Todos en la sinagoga tenían los ojos fijos en él. Entonces comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido este pasaje de la Escritura que acaban de oír”. (Lc 4,18-21)

Miré al que estaba al lado mío y él también me miró; se encogió de hombros y levantando las cejas expresó con un gesto lo mismo que yo estaba pensando...”¿y esto?”. Unos minutos más me quedé sentado y cuando logré no ser el primero en irme, me encaminé silencioso hacia la puerta.
Claro que estamos como estamos – me retumbaba -; miles de años esperando y siempre lo mismo. Habla lindo, dice cosas lindas, pero...

En la Argentina de hoy ¿dónde están los oprimidos, dónde los esclavos? Yo no los veo.
Para liberar a los presos ya alcanzan las leyes y la justicia... esperaba otra cosa.
Yo no veo la realidad de esta forma.
El año de gracia del Señor, el año jubilar, es una institución del antiguo pueblo de Israel...
Hoy ya no se ven multitudes esclavizadas, familias esclavizadas...

Cri – cri – cri – cri –
(pasaba el carrito y me distrajo)
- ¡Soltá, Kaaaaren, soltá que pesa!...Soltá que falta...
Cri – cri – cri – cri -
cri-cri-cri


No claro que no. Tampoco se ve gente que ha perdido su tierra a manos de los poderosos.

¡Que desastre! Tuve que dar el paso más largo, casi un salto.
Era un viejo. Sí, un viejo. No me había dado cuenta...también, así acurrucado...
recién lo vi cuando tuve mirar para esquivar el charquito de pis que corría desde las mantas.

Los pobres no piden anuncio: ¡piden plata!.
"En Argentina no trabaja el que no quiere".
"Les das una pala y te la tiran por la cabeza".
"Sí, es un país bendito: plantás un palo y te brota una escoba..."
"Una vez, yo le regalé un sándwich a uno y cuando me di vuelta, lo dejó en un tacho".
"Una cajita de vino y un “plan trabajar” para cobrar sin trabajar. Eso es lo que buscan".
"Mandan a los chicos para comprar vino".
¡Pobre Jesús, se quedó en el tiempo!.
El mundo cambió y Él no se actualiza.
Yo no veo las cosas de ese modo.
Nadie, las ve así.
Por eso cada vez están más vacías las iglesias...¡porque estamos lejos de la realidad!

Mientras mascullaba estas cosas esperando que cambie la luz del semáforo, una mano me tocó y sobresaltó.
- ¡Jesús! ¿qué hacés acá?
- Te seguía...nos queda pendiente lo de la promesa.
- ¿Promesa? ¿Qué promesa?
- La del pasaje que dije que se había cumplido hoy.
- Bueno, sí...sabrás perdonar. Venía justo pensando en eso...
- ¡Esperá!, no sigas...-me dijo mientras se mojaba el pulgar con saliva –

Sin quitarme la vista de los ojos, me acercó su mano y yo, instintivamente cerré los míos. Sentí que me tocaba. Que me tocaba en serio.

- Dentro de un rato contame cómo vas. Dentro de un rato... cuando puedas ver.

Querido Jesús:
Tocame de nuevo que todavía veo borroso.
Tocanos de nuevo, que muchos, todavía vemos borroso.
Amén.



enero 12, 2007

Vino y milagro

Sigo rezando con Juan 2, 1-11

El vino con el que Él llena mis jarras es vida.
Vida que da sentido profundo a mi vida.
Cuando se me acaba el vino pierdo la alegría y ya no puedo ni alegrarme ni alegrar.
Dejo de disfrutar lo verdadero.
Dejo de valorar lo valioso.
De contemplar lo bello.
De escuchar lo armónico.
De gustar lo sabroso.
De sentir lo terso.
De honrar lo honorable.
De admirar lo sublime.
De pensar lo profundo.
De amar lo amable y de encontrar amable lo árido.
Dejo de percibir lo sensible.
De valorar lo justo.
De elegir lo bueno.
De agradecer lo gratuito.
De hacer y de dar; de recibir y volver a dar.
Dejo...

Todo intento que haga por rellenar yo mismo las jarras es una falsificación.
Durará un tiempo y volverá a acabarse.
¡Hay tantas formas de falsificar el vino!
Pobres y ricos nos especializamos en este arte.
Cachuña*, eficiencia, consumismo, wisky importado, ostentación (de miseria u opulencia, da igual), violencia en todas sus formas. Exceso de trabajo. Exceso de autocompasión.
Abandono. Hiperactividad... miles de formas de rellenar jarras en forma provisoria. Todas provisorias. Todas intoxican. Todas mortales.
Sólo uno llena las jarras con vino del bueno.
Sólo Uno.
Sólo Él.

Virgencita buena, te pido que mires aunque sea de reojo mis jarras; que me invites a pedir con vos cuando estén vacías, y cuando llegue el momento en que indiques “hace lo que Él te diga”...yo vaya, y si no voy, me lleves.
Amén


* La cachuña es una bebida improvisada que se prepara habitualmente con alcohol fino y agua, a la que puede agregársele algún jugo, azúcar quemada u otra bebida para darle algo de sabor. Es consumida en general por personas en situaciones de marginación. Mata. En realidad re-mata: primero mató la injusticia.

enero 11, 2007

Bodas y milagro

Rezando con Juan 2, 1-11

Hasta que no se agota el vino, no hay lugar para el milagro.
Mientras las jarras están llenas, es innecesario el milagro.
Vivo con alegría inconsciente la abundancia finita.
Mientras haya vino, ¿para qué?
Estamos de fiesta.
Esta es mí fiesta.
Mi fiesta. Mi vino. Mi alegría.

Pero, en algún momento se vacía la jarra.
Con suerte, una. Muchas veces, todas.
Jesús siempre está; siempre estuvo.
Todavía no ha llegado su hora. Mi hora.

Tiempo de milagro es tiempo de entrega.
Reconozco mi jarra vacía y ya nada más puedo hacer.
Se va acabar la fiesta. Sin vino no hay festejo.
Levanto la cabeza preocupado y miro el entorno.
Nadie se dio cuenta todavía.
Todos siguen festejando.
También ellos creen que el vaso nunca se acabará.
Todos siguen festejando menos yo.
¡Alguien me vio! (Mejor tapo la jarra). Mejor salgo un rato a pensar.
No me animo a pedir, pero pido.
¡Alguien se dio cuenta!
¿Habrá llegado mi hora?
Entonces llegó Su hora.
¿Pero, a quién se le ocurre servir el vino bueno después del malo?
¡Que siga la fiesta!
Otra fiesta. Distinta. Muy distinta.
Yo no fui.
Fue Él.
Fue Ella.
Fueron Ellos.
Milagro.
Ahora voy a servir.
¡Ahora sí ponderen el vino!

Virgencita buena, te pido que me ayudes a mantenerme atento a las jarras de quienes me rodean; que me eduques en la constancia para pedir con valor e insistencia, y cuando llegue el momento en que indiques “hace lo que Él te diga”...yo vaya, y si no voy, me lleves.
Amén